DEL ACTOR ARMADO AL ACTOR
EDUCADO: Reflexiones
del precepto social de justicia.
Por
Luis Carlos Restrepo Rojas.
Rector
Corporación John F. Kennedy[1].
El
siempre inacabado reto de promover un estatus social incluyente, democrático y
justo desde una perspectiva material (y para algunos moral,) ha sido
tradicionalmente supeditado y reducido al precepto constitucional de la paz
como deber y derecho[2],
así como a las concepciones normativas derivadas como es el caso de la cátedra
para la paz prevista en la Ley 1732 de 2.014 y el Decreto Reglamentario de
2.l015, pero nada más lejano de la realidad y el estado ideal de las cosas; el
reconocimiento de la paz como derecho y deber de por si necesario e
imprescindible como garante del estado social de derecho, y para no pocos sublime
y romántico desde la concepción de una nueva Colombia, soñada y diseñada en la
constituyente de 1.991, corresponde en un sentido ontico del estado, al
imperioso deber de generar ciudadanos que con su cotidianidad evidencien y
constituyan un entorno respetuoso de la concepción del otro, de su devenir histórico
y su versatilidad multidinámica y multifacética.
La construcción de un imaginario
colectivo donde el actor social aprehenda nociones comportamentales incluyentes
así como desarrolle actitudes de servicio, reconocimiento y apoyo al otro, de
por si demanda de los educadores, en cualquiera de sus denominaciones o
categorías un compromiso irrestricto que en algunos casos rayará en el
apostolado y la abnegación, ya que por encima de válidos y procedentes
criterios de calidad y estandarización, útiles en escenarios de políticas gubernamentales
de alto nivel, es la educación en su
sentido lato y amplio, la llamada a formar generaciones que complementen y
lleven a la práctica una convivencia justa y en equidad.
La
verdadera noción de paz, hasta ahora desconocida en el entorno nacional y que
se avizora aun tímida en un escenario de post conflicto, es un componente teleológico
superior a los criterios de la rentabilidad y auto sostenibilidad desde la óptica
educativa y formativa, de allí que solo en las aulas, en los espacios
académicos y los espacios de construcción de saberes plurifaceticos y heterogéneos,
cualquiera sea su alcance y medio, es donde se podrá transformar a la sociedad
colombiana y las comunidades que le constituyen para generar desde la misma
humanidad de sus habitantes criterios no de armonía, sino de construcción
mancomunada de un nuevo país.
La
dejación del rol del actor armado (no solo el alzado en armas) para pasar al
rol del actor educado trasciende a la concepción del campo de batalla e invade
todas las órbitas de nuestra sociedad, donde reconstruir pensamientos, concepciones
y postulados demandará de la titánica labor de reinventarnos como compatriotas
y reeducarnos como humanos.
[1] Abogado
especialista en Derecho Comercial, con 8 años de experiencia en el manejo de
Instituciones de Educación Superior, docente universitario con 10 años de
experiencia en las áreas del derecho Constitucional General, Derecho Laboral y
Derecho Comercial, Rector de la Corporación John F. Kennedy desde el año 2.014
y gestor de la presentación de la presentación de programas virtuales junto con
productos de educación continuada con énfasis medioambiental.